lunes, 28 de abril de 2008

POEMAS-LATIDOS

BASTA

Basta ya de medir la distancia
entre las promesas,
de pesar el valor de los engaños
y las confidencias.

Basta. No hay balanzas
para el desencanto,
la carga emotiva de una promesa
no es traducible a minutos o sonrisas.
Basta ya de sopesar,
basta ya de repensar.
Hay versos que no tienen remedio.

Me decantaré por lo imposible,
pensaré con los piés
y de aquí para allá andaré
de cabeza dando tumbos
sin saber, sin llegar a afirmar
juicio rotundo.

Basta ya de trampas,
inversiones o bocados,
trapos limpios, tramas de lujo.
Esto no es un terreno de juego
ni una casa de risas.
Las garantías
y los favores del público
son incentivos de humo negro.
Detrás no hay más alegrías
que las alergias que provoca el sentido.
Y aún así hay que apostar
por el absurdo.
Es la salida menos irrespetuosa,
así que promete
sólo aquello que sepas
que puedes incumplir.

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ESCONDITES

Hay tantos lugares
donde ocultarse.

Cualquier sombra es propicia,
cualquier hora, razonable.

A la vuelta de la esquina
bajo la ilusión de un largo día,
dentro del calendario
de las caricias y los abandonos,
detrás de la lluvia
y las canciones del verano,
o en el cielo, entre los billetes
como avestruz bajo tierra,
en el ropero de las apariencias
o junto a los extraviados
en la oficina de los objetos
perdidos no identificados
se encuentran
los escondites a miles,
en todas partes,
tantos como sospechas y trofeos.

¡Estos maravillosos escondites!

Un inconveniente.
En algunos casos pueden
llegar a ser terriblemente
útiles y plácidos.

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DIAPASÓN

Golpean la puerta
con frenética insistencia
sus nudillos.
Sus almas, frágiles
como cáscaras de huevo
algo irremediablemente trágico posponían
(la ración, la suerte y la vanidad).

La navidad había llegado
mucho antes de lo habitual.
El deseo puede hacer bellas
las mentiras,
también destruirlas
pero aún no era hora
de lloros a solas.

Quería salir,
conocer la risa,
galopar al menos durante un rato, desnudo entre el gentío,
antes del atardecer.
Esa es la idea
que te conserva sujeto a la vida,
la cuerda que nunca
se acaba de romper.

Estaba solo,
encerrado por su propio bien,
dentro de un castillo de arena.
Detrás, fuera,
los otros son diferentes,
son inexactos y capaces.
Es muy fácil hablar de espaldas.

Las luces y colores señalaban
la incoherente necesidad del asunto.
No había más solución.
Estaba loco y dañado.

No entendía la felicidad,
no comprendía de dónde
manaba el dolor.
Lo que más urgía,
brillaba por su ausencia.
Nuestros beneficios
y privilegios sangraban.

Vuestra emoción le castigaba
y tu bondad les atemorizaba.

En el ambiente latía una traición,
el extravío de las promesas.
Un combate desigual
fiero de certezas.

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EL RELOJ VOLADOR

Tic-tac, tic-tac.
Marca el tiempo su corazón.
Tic-tac, tic-tac.
volando raudo,
volando lento
de aquí para allá
sin parar un momento
tic-tac, tic-tac
de rama en rama,
de flor en flor
viviendo la vida,
latiendo bajo el sol.
Tic-tac, tic-tac,
hoy en londres,
mañana en honk kong,
tic-tac, tic-tac,
a las ocho puede
que ya sean las dos.
Tic-tac, tic-tac,
este reloj volador
que no es de pulsera
ni cuelga del salón,
tic-tac, tic-tac,
a lo largo y ancho
sólo busca el amor.

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LATIDOS

Mientras sus manos atadas
a un poste soportaban
su derrengado peso,
su cuerpo era castigado
con cien azotes ensañados
acusado de algo
que cometió por error
hace ya mucho tiempo.

Su mente en cada golpe de látigo
batía las alas en el horizonte
de un apacible sueño.

Para mis ojos,
latidos de impotencia y abuso.

No tuve de esa clase de madera.

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RELOJ DE CUCO

Cada hora en punto,
preciso y diligente
sale de su casita
de madera el cuco,
alza el vuelo
para anunciarnos el variante
suceder de los momentos.

En su persistente vaivén
el péndulo
paciente marca los latidos.

Antes de dormir
le da cuerda la ternura
de todas los días.

Cucú*, cucú, cucú, cucú, cucú
canta el corazón.
son las cinco de la tarde.

*te quiero

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COMO UN LOCO

como un loco manojo de inconstancias altisonantes
el compás fervoroso de las olas trazaba
sobre la tenaz y satinada orilla de los besos
un paso quebrado de tres por dos.
Son los latidos del tiempo, el pulso de la vida,
las fugas acometidas del continuo enamorado.

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UNO TRAS OTRO

Uno tras otro
siguen su paso,
muy cerca, muy cercanos
cogidos de la mano
como uno de aquellos acordeones
recortables de papel que hacías
con figuras de hombre o de flor,
cuando aún eras un niño.

Uno tras otro,
los latidos.

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EL TAMBOR DE HOJALATA

Un recuerdo,
un recuerdo incansable.

Sonaba oxidada la rutina.

No quería crecer.

Un recuerdo incansable
golpeaba el corazón.

¡Cuanto engaño,
cuantas uñas y yo que astuto
con mi blusa vieja
y mi reloj camaleón!

Había crecido,
Era un hombre deshecho y torcido.
Y no quería crecer,
y sonaba tan oxidada la rutina.

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LATEN

Laten las piedras,
laten las nubes,
las alas de la noche,
los silencios de la brisa.

Laten las ausencias,
los besos, las palabras,
las que matan y las que mueren.

Laten.

Laten.
Si por un momento
te detienes sentirás
como laten
los zapatos, las monedas, los relojes,
los caballos, las promesas, los motores.

Los latidos de la pasión
y los deseos brotan
de las mismas tierras
que los del miedo y la sangre.

Los ríos, las venas, las calles.
Versos, lágrimas y venganzas,
todos laten de igual modo:
sístole, diástole, tic-tac, tic-tac.

Todo tiene su corazón,
marqueses, moscas o ventiscas.
Todos,
incluso los hombres
que como yo,
ya no tienen corazón,
esos también laten.

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MOTOR SANGUINEO

Bombeando, influyendo, asisten, resisten los latidos.

Las válvulas insisten en su milagrosa recurrencia.
No hay descanso, no hay remanso de paz.
Los movimientos de las piezas
revierten en el desarrollo del conjunto.
Ya conocemos lo imposible.

La gran parte de sus aliados
disponen del mismo
entusiasmo, ritmo y compás.
El origen y formación
de su autor le otorgan
una disposición privilegiada
en el diagrama genérico
de las particularidades.
No debemos perder el tempo.

Diantres y recórcholis.
Señalan sus rastros una clara y dirección.
Las juntas están hechas
de la mejor ilusión.

Cilindros y pasarelas.

Contaba hasta cien,
como gotas de un grifo
que no cierra bien,
para recordar únicamente
la insobornable ligereza de los días.

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LATIDOS

Hay corazones que laten por dos, todoterreno y de domingo.
Los hay que laten muy bajito casi sin hacer casi ruido.
Hay algunos corazones que no saben latir y otros que ni laten sin todavía estar muertos.
Hay corazones que laten como si cada latido fuera el último y otros que los malgastan en sueños de atar.
Hay corazones cuyos latidos son todos iguales, perfectamente ordenados, a la misma distancia, uno tras otro.
Los hay de todos los gustos, de todos los tamaños y sabores.
Hay latidos de horchata y de melón, de hierro y sin sangre.

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GUERRERO

Late con vigor,
Con el hambre y la osadía del joven conquistador.

No sabe que asolará miles de días antes que se ponga el sol.

Late con la furia de la naturaleza,
Con la lógica del viento,
El valor del mar
Y la astucia del fuego.

Desconoce las consecuencias

Como manantial libre de impurezas
Late brioso el corazón del guerrero.

Parece un héroe redentor
Pero tan sólo es un potro desbocado.

qino

1 comentario:

blog personal dijo...
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